miércoles, 9 de noviembre de 2022

¿Está bien comer carne frente a un vegetariano?

Por Gustavo Guardiola, compositor, escritor, profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) 

Ésta parecería una pregunta malintencionada, de ésas que abundan y que tienen como única finalidad amarrar navajas, de no ser porque la intolerancia últimamente llega a niveles sorprendentes, y precisamente el veganismo es una doctrina que con frecuencia llega a extremos de intolerancia que rayan en lo ridículo.

Hace unos meses Paul McCartney hizo una gira de conciertos y en su contrato pidió que no se vendiera carne en los estadios en donde iba a tocar. También pidió que no hubiera asientos de piel. Ahora Sir Paul le pide a sus creyentes que le regalen de cumpleaños un mundo vegano y promueve una campaña para que dejen de comer carne los lunes.

En los estadios en México, tener un puesto de comida cuesta mucho, mucho dinero. Hay de todo tipo de negocios, desde franquicias grandes hasta pequeños negocios familiares. Un concierto, un partido importante de fútbol, es el momento en que ese inversionista gana, y tras dos años y medio de pandemia, esa gente se las ha visto muy duras. Reactivar los conciertos es reactivar la economía para ese sector que tiene dos años de no tener de dónde echar mano.

¿Y este cabrón sale con que no se puede vender carne? ¿No tacos, no choripanes, no hot dogs, no hamburguesas? ¿Nachos con queso? ¿Quesadillas con chorizo? ¿Nada de nada?

Que huevos, Sir Paul.

Curioso lo que le pasó a alguna de esa gente que cantaba a la libertad y a la tolerancia.

¿Dónde quedó "Let It be", Sir Paul?

El brillante compositor nos viene a decir cómo vivir, qué comer y hasta en dónde sentarnos, ahora que ha conocido la verdad y la luz.

Y bueno, Sir Paul, qué bueno que hayas dejado la cocaína, qué bueno que ya lleves varias décadas de haber dejado de desayunarte media botella de whisky. Qué bueno que hayas encontrado la verdad. Qué lástima que te veas más viejo que algunos de tus contemporáneos.

Mira, Mick Jagger no tuvo que dejar de tomar, solamente optó por moderarse, pero come carne, pescado, mariscos, lleva una dieta muy estricta de acuerdo con su muy demandante rutina de ejercicio, y se le ve mucho mejor que a ti, y no anda dando sermones ni diciéndole a la gente cómo vivir.

En lo personal, yo desconfío mucho de los santos, de los que quieren enseñarnos a vivir en la luz. El santo no ama a la gente, por eso la quiere cambiar. A la humanidad hay que quererla como es, o no quererla, que tampoco es una obligación. Pero, ¿por qué querer cambiarla?

Además, ¿qué arrogancia es ésa?

Siempre que un iluminado ha querido cambiar a la gente, la cosa ha salido mal. Las utopías están bien en Utopos, el lugar del no lugar. Es ahí a dónde pertenecen.

Pero parece que no aprendemos nada.

Los moralizadores siempre han tenido una mala relación con la carne, con la carne-sexo y con la carne-alimentación, y siempre han justificado su intolerancia en el nombre de un poder superior o de un fin superior. En el pasado era Dios; hoy es el calentamiento global.

Y le duela a quien le duela, en los años 30 fue el hombre superior. A menudo se relativiza el hecho de que Hitler también fue un moralizador mesiánico.

Durante la edad media, la iglesia restringió el consumo de carne y las fechas en que se podía tener relaciones sexuales. Ambas iban de la mano. No se puede follar en la cuaresma, tampoco se puede comer carne. El calendario litúrgico llegó a prohibir el sexo y el consumo de carne hasta 300 días al año. Solo 50 días estaban libres de ser santificados y se permitía comer carne y tener relaciones sexuales.

Durante ese tiempo Europa estuvo cerca de la extinción en varias ocasiones. La mala nutrición y la falta de higiene dejaban a la población en condiciones muy desfavorables frente a las enfermedades y la exigencia del trabajo del campo. Y entre la desnutrición y la poca actividad sexual, la población europea pudo haberse extinguido en más de una ocasión. Paradójicamente, quizás hayan sido las guerras las que salvaron a Europa, obligando a la iglesia a ser más flexible.

El puritanismo protestante en Estados Unidos también tuvo sus intolerancias. Para ellos fue el alcohol. Todos sabemos lo que terminó pasando. La prohibición del alcohol dio nacimiento y un poder inaudito a la mafia. La prohibición tuvo que echar marcha atrás, pero los problemas que generó se quedaron.

Hitler también era un vegetariano estricto. Por supuesto no faltan los vegetarianos que digan que en realidad sí comía carne cuando nadie lo veía.

La dieta de nuestro vecino no tiene por qué importarnos. ¿A mí en qué me molesta que mi vecino sea vegetariano, o budista, o que coleccione Barbies? Lo interesante es que del otro lado no siempre encontramos esa misma tolerancia.

¿Por qué habría de estar mal comer carne en frente de un vegetariano? Si no hubiera ningún tipo de reprobación de su parte y ese vegetariano no tiene interés en adoctrinarte, podemos llevar la fiesta en paz. "Let It be", ¿no es así? El respeto debe ir en dos vías. La misma distancia hay de aquí para allá, que de acá para allá. ¿Se puede ser tolerante? Pienso que sí, nada más que sea recíproco.

Pero si hay algún tipo de reprobación, estaríamos frente a un intolerante que no merece nuestra tolerancia.

Y a Sir Paul, como músico lo admiro. Pero por lo demás, se puede ir mucho al carajo.