jueves, 29 de septiembre de 2022

Cómo crear el hábito del orden

 Es muy simple, tanto, que parece tonto. Cuando se ordena la casa, muchas veces se siente como tiempo perdido: mañana estará de nuevo desordenada. A menos que hagamos costumbre una acción tan sencilla que, de tanto repetirla, se vuelva automática, tan automática como los cambios del vehículo que conducimos, no los pensamos, sólo sabemos desde un principio que hay que hacerlos e inconscientemente, los hacemos.

Luego de tomarte el trabajo de ordenar tu casa, seguramente te tomarás un café. O leerás un libro, o te quitarás la camisa. Cualquier cosa que hagas, cuando termines de hacerla, vuelve a ponerlo en su lugar.

Eso es todo. Les avisé, es tan tonto que parece broma, y no lo es. Si sacaste el frasco de café de la alacena y llevas la taza al microondas a calentarlo, al ir para allí te llevas el frasco y de camino lo vuelves a poner en la alacena, jamás lo dejes sobre la mesa. No después, sino ahora. Es una acción que no demanda ningún tiempo, porque de todos modos ibas a ir hacia el microondas. Como mi padre me dijo una vez: "Piensa qué otra cosa puedes hacer mientras haces una".

¿Llegas a tu casa y te quitas el saco? Estira el brazo y cuélgalo. ¿Estás leyendo un libro? Cuando termines irá a su sitio, camino al baño, supongamos. ¡Es sólo estirar un brazo!

¿Estaba rico el café? Cuando te levantes de la silla la empujas hacia su sitio, cerca de la mesa, y de camino a la puerta de tu cocina, enjuaga la taza en la pileta y déjala escurrir, si no quieres secarla enseguida. Así, nunca tendrás platos amontonados para lavar, todos desaparecen casi sin pensarlo.

Es posible que tu casa necesite un paño para quitar el polvo de los muebles, o que los vidrios de la ventana, después de la lluvia, necesiten un repaso, o los pisos necesiten ser refrescados, no importa, eso lo harás el fin de semana. Pero la casa estará en orden, la limpieza será tan rápida y sencilla que te quedará más horas del fin de semana para estar panza arriba al sol haciendo nada.

Lo sé, las cosas más sencillas son las más difíciles de hacer porque entrañan una disciplina mental. De todas maneras, por experiencia propia les aseguro que les lleva sólo unos días acostumbrarse al movimiento automático de volver a poner en su sitio.

Eso sí: sin excusarse ni una sola vez porque, inevitablemente, caeremos en el desorden como en un bucle sin fin. Es una disciplina que vale la pena seguir.

lunes, 26 de septiembre de 2022

Don Segundo Sombra

 Existieron muchos escritores de extraordinaria calidad en literatura lírica tradicional, popular, de mi país, Argentina, laureados y convertidos en clásicos inmortales, ya que todas las generaciones van conociendo sus obras y nunca pierden vigencia. Entre ellas, "Martín Fierro", de José Hernández, como obras de Esteban Echeverría, Domingo F. Sarmiento, Roberto Arlt, Adolfo Bioy Casares, Ezequiel Martínez Estrada, Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato, Julio Cortázar, Ricardo Güiraldes, entre otros.

Lo que más me ha llegado al corazón, leído cuando era niña y vuelta a leer de adulta, fue la obra de Ricardo Güiraldes, el libro "Don Segundo Sombra", que es uno de los más emblemáticos libros de la lírica tradicional argentina. Una historia narrada de una manera muy poética, pese al lenguaje del paisano común del campo, plagada de conceptos sobre el valor, el honor, la lealtad, el respeto al prójimo.

Su autor, viviendo en la tradicional San Antonio de Areco, tenía estrecha relación con la paisanada, y fue allí donde conoció a Segundo Ramírez, un gaucho de raza, en el que se inspiró para dar forma al personaje de "Don Segundo Sombra". Güiraldes reivindica socialmente al gaucho y lo muestra como lo que mayormente fue, un personaje elegíaco, merecidamente legendario.

La historia, publicada en 1926 y narrada en primera persona, transcurre en un cuadro de costumbres fiel, con un estilo muy particular, que llevó al escritor a relacionarse con los más encumbrados escritores internacionales de la época.

He aquí un pequeño fragmento de esta joya literaria.

La indiferencia de mis tías se topaba en mi sentir con una indiferencia mayor, y la audacia que había desarrollado en mi vida de vagabundo, sirviome para mejor aguantar sus reprensiones.

Hasta llegué a escaparme de noche e ir un Domingo a las carreras, donde hubo barullo y sonaron algunos tiros sin mayor consecuencia.

Con todo esto parecíame haber tomado rango de hombre maduro y a los de mi edad llegué a tratarlos, de buena fe, como a chiquilines desabridos.

Visto que me daban fama de vivaracho, hice oficio de ello satisfaciendo con cruel inconsciencia de chico, la maldad de los fuertes contra los débiles.

-Andá decile algo a Juan Sosa -proponíame alguno- que está mamao, allí, en el boliche.

Cuatro o cinco curiosos que sabían la broma, se acercaban a la puerta o se sentaban en las mesas cercanas para oír.

Con la audacia que me daba el amor propio, acercábame a Sosa y dábale la mano:

-¿Cómo te va Juan?

-.................

-'ta que tranca tenés, si ya no sabés quién soy. El borracho me miraba como a través de un siglo. Reconocíame perfectamente, pero callaba maliciando una broma.

Hinchando la voz y el cuerpo como un escuerzo, poníamele bien cerca, diciéndole:

-No ves que soy Filumena tu mujer y que si seguís chupando, esta noche, cuantito dentrés a casa bien mamao, te vi'a zampar de culo en el bañadero e los patos pa que se te pase el pedo.

Juan Sosa levantaba la mano para pegarme un bife, pero sacando coraje en las risas que oía detrás mío no me movía un ápice, diciendo por lo contrario en son de amenaza:

-No amagués Juan... no vaya a ser que se te escape la mano y rompás algún vaso. Mirá que al comisario no le gustan los envinaos y te va a hacer calentar el lomo como la vez pasada. ¿Se te ha enturbiao la memoria?

El pobre Sosa miraba al dueño del hotel, que a su vez dirigía sus ojos maliciosos hacia los que me habían mandado.

Juan le rogaba:

-Digalé pues que se vaya, patrón, a este mocoso pesao. Es capaz de hacerme perder la pacencia.

El patrón fingía enojo, apostrofándome con voz fuerte:

-A ver si te mandás mudar muchacho y dejás tranquilos a los mayores.

Afuera reclamaba yo de quien me había mandado:

-Aura dame un peso.

-¿Un peso? Te ha pasao la tranca Juan Sosa.

-No... formal, alcánzame un peso que vi'hacer una prueba.

Sonriendo mi hombre accedía esperando una nueva payasada y a la verdad que no era mala, porque entonces tomaba yo un tono protector, diciendo a dos o tres:

-Dentremos muchachos a tomar cerveza. Yo pago.

Y sentado en el hotel de los copetudos me daba el lujo de pedir por mi propia cuenta la botella en cuestión, para convidar, mientras contaba algo recientemente aprendido sobre el alazán de Melo, la pelea del tape Burgos con Sinforiano Herrera, o la desvergüenza del gringo Culasso que había vendido por veinte pesos su hija de doce años al viejo Salomovich, dueño del prostíbulo.

"El borracho me miraba como a través de un siglo." Precioso, ¡qué imagen!

miércoles, 21 de septiembre de 2022

Historia y poesía

 En la formación de un país, especialmente uno tan extenso como Argentina, siempre hay mucha lucha, conflictos, invasiones, intereses, ambiciones, reclamos. Entre los líderes —caudillos— que guiaban a cada región del interior, buscando su representación idónea de acuerdo a su idiosincrasia y sus necesidades, estaba el General Facundo Quiroga, quien siempre afirmó ser de ideas unitarias pero que "respetaba demasiado la voluntad de su pueblo y debía servir a sus ideas federales". Era llamado "El Tigre de los llanos" por su imbatible coraje en la vida y en la lucha. Era amado por los suyos y odiado por otros, especialmente por la gran cabeza del país, Buenos Aires, que no quería soltar el puño del dominio sobre toda la joven nación en el siglo XIX.

Así fue como Quiroga forma parte de una de las más apasionantes historias de nuestro país, se ganó el honor de que su vida fuese escrita de una o de otra manera en una enorme cantidad de veces, en libros, capítulos, poesías o canciones.

"El hombre más valiente
que ha visto el mundo
nació en La Rioja y era
don Juan Facundo."

De "los Caudillos", canción de Ariel Ramírez y Félix Luna.

"Facundo", pintura de Octavio Calvo.

Ya en el siglo XX, el internacionalmente reconocido escritor Jorge Luis Borges no quedó fuera de esa tentación de escribir sobre el caudillo, en 1981. La poesía me gusta mucho y este es uno de mis poemas favoritos, de los que me encanta recordar y recitar en mi mente, incluso cantarlos cuando estoy sola en mi taller.

He aquí esa historia:

"El General Quiroga va en coche al muere"

El madrejón desnudo ya sin una sed de agua
y una luna perdida en el frío del alba
y el campo muerto de hambre, pobre como una araña.

El coche se hamacaba rezongando la altura;
un galerón enfático, enorme, funerario.
Cuatro tapaos con pinta de muerte en la negrura
arrastraban seis miedos y un valor desvelado.

Junto a los postillones jineteaba un moreno.
Ir en coche a la muerte ¡qué cosa más oronda!
El general Quiroga quiso entrar en las sombras
llevando seis o siete degollados de escolta.

Esa cordobesada bochinchera y ladina
—meditaba Quiroga— ¿qué ha de poder con mi alma?
Aquí estoy afianzado y metido en la vida
como la estaca pampa bien metida en la pampa.

Yo, que he sobrevivido a millares de tardes
y cuyo nombre pone retemblor en las lanzas,
no he de soltar la vida por estos pedregales.
¿Muere acaso el pampero, se mueren las espadas?

Pero al brillar el día sobre Barranca Yaco
hierros que no perdonan arreciaron sobre él;
la muerte, que es de todos, arreó con el riojano
y una de puñaladas lo mentó a Juan Manuel.

Ya muerto, ya de pie, ya inmortal, ya fantasma,
se presentó al infierno que Dios le había marcado,
y a sus órdenes iban, rotas y desangradas,
las ánimas en pena de hombres y de caballos.

"Muerte de Quiroga", pintura de Cayetano Descalzi, s. XIX

lunes, 19 de septiembre de 2022

El efecto Pigmalión

 Cuenta la mitología que, en la antigua Grecia, existía un escultor llamado Pigmalión, que se enamoró de su obra, una escultura femenina en honor a Galatea, de modo tal, que un buen día ella cobró vida.

Por tal razón, en psicología se toma su nombre para referirse a situaciones en las que un hecho cualquiera se cumple, no por el hecho en sí, sino por desearlo mucho, o porque la persona que lo desea crea subconscientemente las condiciones para que se dé. Cuando se trata de un efecto positivo, del deseo de cumplir nuestros sueños y metas, el efecto Pigmalión es una gran herramienta de autorrealización. Cuando se trata de un efecto negativo, trata de profecías o hechos autocumplidos debido a nuestra fijación con la idea de desgracias o fatalidades que, de una o de otra manera, nos lleva a acomodar las situaciones y condiciones para que las "veamos cumplidas".

Ejemplo de efecto Pigmalión positivo:

  1. Un alumno mío estaba haciendo una escultura de un caballito. A su niña le había prometido que, luego de hacerla, le haría otra de un burrito. Un día la nena vino a visitar a su padre a mi taller, y se quedó fascinada viendo el caballito en arcilla y, mi alumno, le preguntó: "¿Te gusta mi obra?". La niña le respondió: "Me encanta, papá, pero más me gustará el burrito que vas a hacer". Efectivamente, la confianza depositada en su padre permitió que éste hiciera una escultura, luego, del más bonito Platero que se podía hacer. No fue una premonición, fue una situación en la que se depositó tanta confianza y certeza que creó las condiciones para ese éxito. Esta historia es real.

Ejemplo de efecto Pigmalión negativo:

  1. Rompes sin querer un espejo. Te agarras la cabeza porque ahora, seguro, tendrás una desgracia. A los pocos días se enferma tu perro que, viejito y débil se iba a enfermar igual. Pero entonces dices: "Fue el espejo, ¿viste cómo se cumplió?".
  2. Te pones un pantalón blanco y te dices a ti misma que no debes mancharlo, que te tiene que durar impoluto toda la tarde. Te vuelves tan ansiosa por cuidar el pantalón que, inevitablemente, se te cae una gota de café en la falda. "¿Has visto? Yo sabía que iba a pasar, soy una tonta, siempre me sucede", aunque, probablemente, si te hubieras relajado y dedicado a disfrutar la reunión con tus amigas, el pantalón no se hubiera manchado.

Este efecto mitológico que la psicología utiliza para definir estas situaciones, es el que se maneja tan bien desde hilos ocultos y tenebrosos con las fake news, en donde la gente ignorante y con poca voluntad de investigar la verdad, cae y desvía la historia para bien de los titiriteros interesados. Está todo muy bien estudiado.

Para ilustrar, porque es bonito, porque es literatura, porque es genial, y porque es un buen ejemplo de lo dicho, adjunto un cuento de Gabriel García Márquez, llamado "Algo muy grave va a suceder en este pueblo".

"Imagínese usted un pueblo muy pequeño donde hay una señora vieja que tiene dos hijos, uno de 17 y una hija de 14. Está sirviéndoles el desayuno y tiene una expresión de preocupación. Los hijos le preguntan qué le pasa y ella les responde:

—No sé, pero he amanecido con el presentimiento de que algo muy grave va a sucederle a este pueblo.

Ellos se ríen de la madre. Dicen que esos son presentimientos de vieja, cosas que pasan. El hijo se va a jugar al billar, y en el momento en que va a tirar una carambola sencillísima, el otro jugador le dice:

—Te apuesto un peso a que no la haces.

Todos se ríen. Él se ríe. Tira la carambola y no la hace. Paga su peso y todos le preguntan qué pasó, si era una carambola sencilla. Contesta:

—Es cierto, pero me ha quedado la preocupación de una cosa que me dijo mi madre esta mañana sobre algo grave que va a suceder a este pueblo.

Todos se ríen de él, y el que se ha ganado su peso regresa a su casa, donde está con su mamá o una nieta o en fin, cualquier pariente. Feliz con su peso, dice:

—Le gané este peso a Dámaso en la forma más sencilla porque es un tonto.

—¿Y por qué es un tonto?

—Hombre, porque no pudo hacer una carambola sencillísima estorbado con la idea de que su mamá amaneció hoy con la idea de que algo muy grave va a suceder en este pueblo.

Entonces le dice su madre:

—No te burles de los presentimientos de los viejos porque a veces salen.

La pariente lo oye y va a comprar carne. Ella le dice al carnicero:

—Véndame una libra de carne —y en el momento que se la están cortando, agrega—: Mejor véndame dos, porque andan diciendo que algo grave va a pasar y lo mejor es estar preparado.

El carnicero despacha su carne y cuando llega otra señora a comprar una libra de carne, le dice:

—Lleve dos porque hasta aquí llega la gente diciendo que algo muy grave va a pasar, y se están preparando y comprando cosas.

Entonces la vieja responde:

—Tengo varios hijos, mire, mejor deme cuatro libras.

Se lleva las cuatro libras; y para no hacer largo el cuento, diré que el carnicero en media hora agota la carne, mata otra vaca, se vende toda y se va esparciendo el rumor. Llega el momento en que todo el mundo, en el pueblo, está esperando que pase algo. Se paralizan las actividades y de pronto, a las dos de la tarde, hace calor como siempre. Alguien dice:

—¿Se ha dado cuenta del calor que está haciendo?

—¡Pero si en este pueblo siempre ha hecho calor!

(Tanto calor que es pueblo donde los músicos tenían instrumentos remendados con brea y tocaban siempre a la sombra porque si tocaban al sol se les caían a pedazos.)

—Sin embargo —dice uno—, a esta hora nunca ha hecho tanto calor.

—Pero a las dos de la tarde es cuando hay más calor.

—Sí, pero no tanto calor como ahora.

Al pueblo desierto, a la plaza desierta, baja de pronto un pajarito y se corre la voz:

—Hay un pajarito en la plaza.

Y viene todo el mundo, espantado, a ver el pajarito.

—Pero señores, siempre ha habido pajaritos que bajan.

—Sí, pero nunca a esta hora.

Llega un momento de tal tensión para los habitantes del pueblo, que todos están desesperados por irse y no tienen el valor de hacerlo.

—Yo sí soy muy macho —grita uno—. Yo me voy.

Agarra sus muebles, sus hijos, sus animales, los mete en una carreta y atraviesa la calle central donde está el pobre pueblo viéndolo. Hasta el momento en que dicen:

—Si este se atreve, pues nosotros también nos vamos.

Y empiezan a desmantelar literalmente el pueblo. Se llevan las cosas, los animales, todo.

Y uno de los últimos que abandona el pueblo, dice:

—Que no venga la desgracia a caer sobre lo que queda de nuestra casa —y entonces la incendia y otros incendian también sus casas.

Huyen en un tremendo y verdadero pánico, como en un éxodo de guerra, y en medio de ellos va la señora que tuvo el presagio, clamando:

—Yo dije que algo muy grave iba a pasar, y me dijeron que estaba loca."

PD: Aclaración para los no argentinos, sobre el tema de la "falda" en el pantalón:

No hay error, la expresión está correcta. Al menos en nuestro país, Argentina, aunque se tenga puesto un pantalón, aunque se sea un hombre vestido con pantalón, si un niño se nos sienta encima, lo hace en nuestra falda.

"Falda" no es exclusivo de una ropa, a la que aquí le decimos "pollera". Falda es también el regazo. Maravillas de un idioma lleno de sinónimos.

domingo, 18 de septiembre de 2022

Buscando al amor soñado

 Las personas que afirman (y lo respeto, porque es una opinión válida basada en la experiencia) que el "amor de nuestra vida" no existe, a mi humilde entender, es porque aún no lo han experimentado. El tema no es si existe, es si te llega.

No importa si dura 20 años o solamente un mes. Si te llega a los 25 años o a los 70. Si te toca, te toca.

Si no te toca, ten por seguro que la vida te puede ser muy buena en otras mil cosas. Todo se compensa y a veces las compensaciones son increíblemente buenas.

No pasa nada, de verdad, si no te llega. Y si te llega, te enterarás sin ninguna confusión. No es imprescindible, es un buen complemento, hay que verlo sólo como eso.

Porque, al fin de cuentas, el verdadero amor de tu vida siempre vas a ser vos, para vos mismo. Empieza por ahí. Todo lo demás se da por añadidura.

viernes, 16 de septiembre de 2022

Buscando la pasión

 Las más de las veces, las personas que no encuentran su pasión es porque no se lo han preguntado muy en serio a sí mismas. Aturdidas por "lo que hay que hacer", por "el qué dirán", por lo que "le gustaría más a fulanito/a", cualquiera sea la relación de parentesco o amistad, dejan de lado sus deseos para cumplir los de otros, influenciados o adoctrinados por ellos.

Muchos compañeros de la escuela secundaria no sabían qué iban a seguir estudiando después. Unos pocos sí lo tenían bien definido, lo que querían de su vida, lo que les apasionaba pensar en dedicarse. Otros no pensaban en estudios pero sí en pequeños emprendimientos que les fascinaba crear. Unos pocos más querían hacer otras cosas, dedicarse de lleno a algún deporte/experiencia viajera/locura personal/artesanía.

El resto, tristemente, no sabía qué podría gustarles. No sabía qué podría apasionarles. Les daba lo mismo una cosa o la otra, decían que ya verían más adelante, y en el tiempo de decidirse terminaban trabajando de cualquier otra cosa. Lo que no es malo, desde luego, sólo que no era lo que les hubiera apasionado.

Las más de las veces la pasión puede extinguirse cuando el bolsillo es magro y no hay posibilidad de encontrar el respaldo necesario, por pequeño que sea. Otras veces es la misma vida la que los lleva a hacer cualquier cosa menos eso, una enfermedad de uno de los padres, un percance familiar, o simplemente carestías de oportunidades económicas o falta de contactos claves.

La lista es larga, tanta como seres humanos que hay, porque las vicisitudes de la vida a veces son más poderosas que los sueños. El desencanto y la renuncia son inevitables.

Sobre todo, la pasión no se encuentra por lo que dijimos al comienzo, por falta de diálogo interno y búsqueda de metas personales, aturdidos por la vorágine del mundo y sus circunstancias.

jueves, 15 de septiembre de 2022

¿Por qué usar tapados de piel natural?

 Las personas que usan ese tipo de prendas, lo hacen por el ego. No existe otro catalizador para analizar eso.

No es lo mismo hablar de la antigüedad, en donde la piel era necesaria para soportar las inclemencias del tiempo, en épocas en las que el confort y la practicidad brillaban por su ausencia. Se comían animales y se aprovechaba todo de ellos, sus pieles también, es lógico.

Hoy en día, en ciertas zonas, sigue siendo una necesidad imperiosa vestirse con pieles, so pena de morir de hipotermia y sin posibilidad de adquirir otra cosa porque todo está lejos y difícil.

Pero para aquellas personas que necesitan adobar su ego con zorros, armiños, chinchillas, el animal que sea, que no se comen porque no hay otra comida cerca, el despreciable motivo es la vanidad.

Conocí muy de cerca a una mujer que se compró un sacón de piel de zorro. Ni bien la adquirió fue a una función de gala de nuestro Teatro Colón, y volvió contenta porque estuvo observando al público y vio que había una sola persona con otra piel de zorro, se regodeaba de gusto por eso. Pobre y vacío ser humano.

Con la maravillosa imitación que se hace de pieles ecológicas a las que ni tocando las diferenciamos de las verdaderas, que además no necesitan las cámaras frigoríficas y se cuidan mejor, matar animales sólo por su piel, es una incongruencia absoluta.

Existen videos a granel en youtube en donde se ve cómo se mueven, cabeceando erguidos y agonizando, los animales a quienes les arrancaron vivos la piel, porque se dice que así se luce más el pelo. No me pidan enlaces, vi tres malditos segundos de uno y nunca los pude borrar de mi mente.

Mal rayo los parta a todos los que trabajan en eso y a los que consumen ese producto.