sábado, 3 de septiembre de 2022

Diva argentina

 Tita Merello, podría decirse, era nuestra Marlene Dietrich criolla. Cantante de tango, actriz dramática, personaje icónico de nuestro país, Argentina, representaba el papel de la mujer arrabalera, libre, procaz a los ojos de sus contemporáneos por eso, por ser libre. Sin tapujos, con carácter fuerte y reservado, sin artificios y sin perder jamás la elegancia, era un testimonio de la mujer despreciada porque no se dejaba mandonear.

Nunca fue bella y siempre fue hermosa. Y sabía que tenía las piernas más bonitas del país, vaya que lo sabía. Sin perder compostura, cuando cantaba era tan sexy que con gran habilidad, "descuidadamente", mostraba sus piernas en un firulete de paso de tango, con una miradita pícara de reojo, así tuviese más de setenta años. Impecable, sus piernas eran toda una antología de lo que debían ser unas piernas bellas.

A esa edad, en la TV, en un espectáculo en su honor, Tita subió al escenario con un largo e impecable vestido negro. Bailó el tango, cantó con su voz grave, hizo las delicias de un público admirador, hombres y mujeres. Cuando el locutor le dijo, al pasar, algo sobre sus "piernas famosas", ella levantó rápida y dignamente su pollera, por un segundo, para deslumbrar con lo que sabía tener.

Divina, absolutamente divina.

"El choclo", tema que sólo ella podía cantar así.




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