viernes, 16 de septiembre de 2022

Buscando la pasión

 Las más de las veces, las personas que no encuentran su pasión es porque no se lo han preguntado muy en serio a sí mismas. Aturdidas por "lo que hay que hacer", por "el qué dirán", por lo que "le gustaría más a fulanito/a", cualquiera sea la relación de parentesco o amistad, dejan de lado sus deseos para cumplir los de otros, influenciados o adoctrinados por ellos.

Muchos compañeros de la escuela secundaria no sabían qué iban a seguir estudiando después. Unos pocos sí lo tenían bien definido, lo que querían de su vida, lo que les apasionaba pensar en dedicarse. Otros no pensaban en estudios pero sí en pequeños emprendimientos que les fascinaba crear. Unos pocos más querían hacer otras cosas, dedicarse de lleno a algún deporte/experiencia viajera/locura personal/artesanía.

El resto, tristemente, no sabía qué podría gustarles. No sabía qué podría apasionarles. Les daba lo mismo una cosa o la otra, decían que ya verían más adelante, y en el tiempo de decidirse terminaban trabajando de cualquier otra cosa. Lo que no es malo, desde luego, sólo que no era lo que les hubiera apasionado.

Las más de las veces la pasión puede extinguirse cuando el bolsillo es magro y no hay posibilidad de encontrar el respaldo necesario, por pequeño que sea. Otras veces es la misma vida la que los lleva a hacer cualquier cosa menos eso, una enfermedad de uno de los padres, un percance familiar, o simplemente carestías de oportunidades económicas o falta de contactos claves.

La lista es larga, tanta como seres humanos que hay, porque las vicisitudes de la vida a veces son más poderosas que los sueños. El desencanto y la renuncia son inevitables.

Sobre todo, la pasión no se encuentra por lo que dijimos al comienzo, por falta de diálogo interno y búsqueda de metas personales, aturdidos por la vorágine del mundo y sus circunstancias.

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