jueves, 13 de octubre de 2022

12 de Octubre

 El 12 de Octubre en América del Sur, no se debe festejar, sino se debe conmemorar. Si bien la historia es lo que fue y hoy en día vivimos todos en un gigantesco crisol de etnias —y qué bueno que sea así, amalgamándonos todos—, lo que fue, no lo quita nadie. Conquistas, violaciones horrendas de todos los Derechos Humanos, tanto física como emocional e intelectualmente. Saqueos, despojos, invasiones, imperialismos, América sangró mucho durante demasiado tiempo.

No daré una explicación erudita, ya que otras personas ilustradísimas se hacen cargo de eso, sólo contaré una experiencia personal.

No puedo evitar recordar mis andanzas por el norte de mi país, por Chile, por Perú, por Ecuador. Me emociona mucho ver gente de rasgos tan puros, tan auténticos, tan con sus ojos llenos de historia nativa. Estando con mi amiga en Ambato, como ella tenía otros gustos diferentes a los míos pero respetaba absolutamente mi libertad, me fui sola ni bien pude al Mercado Central, a donde está toda la gente trabajadora, agropecuaria, artesana, florista, que era lo que yo realmente quería ver. Fue una fiesta interminable para mis ojos y mi corazón, que me saltaba de gozo por hallarse allí. Fui bien temprano, recién despertaba el mercado, y gracias a eso lo recorrí al detalle por más de dos horas.

Al salir, vi una de las tantas personas, casi siempre en familias enteras, ofreciendo prolijamente, en la calle, el producto de sus cosechas, las cuales recogen muy en la madrugada para después bajar muchos kilómetros a la ciudad, a venderlas.

Nunca en mi vida había comido moras y quise probar. Me acerqué con timidez porque les tengo un respeto profundo a las personas de los cerros.

Cuando la anciana señora colla, sentada en la vereda con su amplia pollera extendida y su sombrerito de fieltro, estiró su pequeña y arrugada mano curtida, me incliné solemnemente hacia ella para depositarle la moneda a cambio de sus rojisimas moras. Mi mano tembló porque, en realidad, sentí que le estaba rindiendo tributo a la más rancia alcurnia inca. Ése, sin querer, fue mi 12 de octubre de 2017, porque recién al volver al hotel caí en la cuenta de en qué fecha estaba.

Conmemoración. Nada que festejar.

(Foto de esas moras)

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